Slow life: disfrutar de las pequeñas cosas de la vida
No es raro escuchar de nuestros mayores frases como: “qué rápido pasa el tiempo”, “disfruta ahora, que luego no podrás” o la famosísima “la vida son dos días”. Y no les falta razón, pero, aún así, a pesar de sus sabios consejos, parece que los problemas en el trabajo, las preocupaciones por el futuro o la ansiedad causada por la pandemia no nos permiten aplicarlos en su totalidad.
El parón a nivel nacional que sufrió todo el país el pasado marzo de 2020 nos brindó la oportunidad de reflexionar sobre el estilo de vida tan rápido y fugaz que la rutina nos empujado a llevar. El estrés por llegar a tiempo al trabajo, dejar a los niños en la escuela, los deberes o el cansancio acumulado por las tareas del hogar que nunca acaban son aspectos que nos impiden ser conscientes de aquello que nos rodea y estar agradecidos por ello. Una vez la vida se congeló, caímos en la cuenta de que parar no está tan mal. De hecho, es necesario.
Comenzamos a pasar más tiempo con los nuestros, aprendimos a jugar a nuevos juegos de mesa para entretener a los más pequeños, hicimos deporte con rollos de papel higiénico y, sí, también intentamos grabar algún que otro baile de Tiktok… Redescubrimos los pequeños placeres que nos regala el día a día y antes no sabíamos apreciar. Poco a poco, fuimos interiorizando, casi sin querer, la importancia de saber vivir el presente. El pilar del estilo de vida slow life.
Origen del slow life
A finales de los años 80, Carlo Petrini, periodista, iba paseando por las calles de Roma hasta que se topó con un restaurante de comida rápida junto a las icónicas escaleras de Plaza de España. Petrini, italiano de pura cepa y defensor de la buena cocina a fuego lento, se enfureció después de contemplar el auge inminente del fast food. Así nació el movimiento slow food, basado en comer bien al mismo tiempo que se respeta el planeta. Posteriormente, se expandió a todos los aspectos del día a día convirtiéndose así en todo un estilo de vida.
El slow life pretende derribar tabús culturales como la negatividad que gira en torno al adjetivo “lento”, suele ser relacionada con la holgazanería o la poca productividad, fruto del germen de la inconformidad que tanto caracteriza al ser humano. Nosotros queremos darle un nuevo significado: calma, apreciación, disfrute, gozo.
Petrini defiende la necesidad de volver a los orígenes para no perder la identidad propia que las grandes cadenas están difuminando. Extrapolando esa filosofía a nuestro país, reivindica la vuelta al consumo de alimentos y productos típicos de nuestras raíces, como la fruta confitada, el membrillo o el arrope. Pequeños placeres que pueden llegar a ser olvidados por el ajetreo de la cotidianidad.
¿Cómo practicar el slow life?
Todos aquellos que disfrutan de la vida con calma y viviendo el presente, afirman que son más felices. Al fin y al cabo, los humanos vivimos de conseguir metas y proponernos nuevos objetivos. ¿Qué tal si nos proponemos sentirnos más relajados?
1. Resérvate tiempo de ocio. La vida debe girar en torno al disfrute y el placer. Quizá es complicado encontrar tiempo para los hobbies a lo largo de la semana, pero los sábados y los domingos son el momento perfecto. Encuentra actividades para hacer en familia y no hay excusas para no disfrutar de un buen fin de semana.
2. Desayuna a tu ritmo. Una gran oportunidad para introducirnos en el slow life es disfrutando de los desayunos del fin de semana. Después de ir a contrarreloj de lunes a viernes, apreciar las mañanas del sábado y domingo desayunando alimentos nutritivos y saludables hará sentir a tu cuerpo mucho mejor. Deja a un lado las galletas y hazte unas tostadas con mermelada natural o comienza el día con yogur, frutos secos y membrillo.
3. Relaja la mente. El lenguaje con el que nos hablamos a nosotros mismos resulta crucial para tener una buena autoestima. Cambia esos “no puedo” por “voy a conseguirlo” y resérvate un momento al día para relajarte. Bien puede ser escuchando tu música favorita o meditando.
4. Dale una oportunidad al slow eating. Existe una gran tendencia a estar atentos a la televisión durante el momento de la comida. Pensar en lo que estás haciendo durante acción es muy importante para ser consciente del presente. Una buena opción es apagar todos los aparatos electrónicos y conversar junto a los tuyos. En caso aquellos momentos en los que no tenemos a nadie, también podemos simplemente disfrutar de la comida.
Desayunos slow life
¿Quién ha dicho que en casa no puedas disfrutar de un desayuno sano y elaborado? Te proponemos dos recetas muy saludables para consumir junto a los tuyos mientras los primeros rayos de sol del fin se semana entran por la ventana y te hacen un pequeño avance de cómo va a ir el día: genial.
Tostadas con plátano y mermelada
El desayuno perfecto para los más pequeños. Incorporar fruta al desayuno es uno de los mejores hábitos para el buen funcionamiento intestinal y digestivo, además, esta combinación es perfecta para probar nuestras mermeladas naturales.
1. Tostamos una rebanada de pan integral y cortamos un plátano en rodajas.
2. Cuando se dore el pan, lo añadimos al plato junto al plátano y untamos un poco de mermelada, nosotros hemos apostado por nuestra mermelada de pera y vainilla.
3. Coronamos el plato con unos pocos frutos rojos,
¡A disfrutar!
Yogur y tostadas con aguacate
Si eres de los que prefieren salado, este es tu desayuno. El aguacate es rico en fibra y perfecto para aquellos que necesiten regular los niveles de glucosa en la sangre. Todo ello, combinado junto a un yogur natural y fruta, se convertirá en tu receta favorita.
1. Tostamos pan integral y le añadimos aguacate con aceite y sal si se desea.
2. En un recipiente, vertimos un yogur natural (ojo, sin azúcar) y añadimos mermelada natural para endulzarlo.
3. Seleccionamos nuestras frutas favoritas, en este caso, nos hemos decantado por uvas y frutos rojos.
¡Bon appetit!